Es evidente que, en cualquier escenario de «cambio», la mayoría de las personas piensan, toman decisiones y actúan desde «el reaccionar», «hacer» desde una posición «reactiva». Esa es la razón por la que se alejan de un posicionamiento más equilibrado, que, sin duda, les permitiría comportarse con mucha más «proactividad» y obtener mejores resultados.
Compartirás conmigo que esto conlleva una sociedad que sufre un estado de intensa ansiedad colectiva, de miedo, de conflictos emocionales, lo que no nos conduce hacia ningún buen destino o, por lo menos, no hacia uno saludable.
En cualquier caso, sin importar la intensidad o polarización de este cambio, muchas personas viven cercanas a la frustración, sin saber qué hacer ni cómo escapar de ella, sobreviviendo cada día y, en el mejor de los casos, proyectando en su imaginación esa falsa sensación o idea de «zona de confort».